13/10/12

Llegan las drogas que podrían mejorar la depresión en cuestión de horas *


Llegan las drogas que podrían mejorar la depresión en cuestión de horas

Una enorme revolución promete venir de la mano de la Ketamina, una droga usada hasta ahora como anestésico y que disminuye a la mitad los síntomas depresivos en menos de un día. Los investigadores buscan replicar su mecanismo de acción en terapias que eviten sus efectos adversos.

EL DESCUBRIMIENTO más importante de los últimos 50 años en el tratamiento contra la depresión. Eso es, nada menos, lo que promete el doctor Ronald Duman en su último estudio, publicado en la más reciente edición de la prestigiosa revista Science. Y todo indica que no exagera.

El trabajo del especialista del Departamento de Siquiatría y Neurobiología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale examina cómo la Ketamina, una droga hasta ahora usada como anestésico, es capaz de reducir en pocas horas los síntomas depresivos de pacientes resistentes a cualquier terapia. Esta inusitada capacidad sería la solución para dos de los más grandes problemas relacionados con el tratamiento de la enfermedad: el tiempo que demora en hacer efecto la terapia farmacológica y la falta de alternativas terapéuticas para los pacientes que, hasta ahora, no ven mejorar sus síntomas depresivos con nada.

A pesar de que los antidepresivos tradicionales cambian inmediatamente el balance químico del cerebro, no es sino dentro de hasta dos meses que producen los primeros efectos sobre el ánimo. Este paréntesis es particularmente peligroso en el caso de las depresiones más severas, ya que las dos primeras semanas del tratamiento con antidepresivos suelen caracterizarse por un aumento de los pensamientos suicidas en los casos más graves.

Peor aún, estos fármacos no funcionan para todo el mundo. A pesar de que los especialistas suelen intentar con varios medicamentos en diferentes combinaciones cuando una primera droga falla, los estudios muestran que cerca del 40% de los pacientes nunca consigue mejorías significativas.

Christopher Stephens es parte de ese porcentaje. Tiene 28 años y lleva más de una década con el diagnóstico de depresión. Su historia es relatada por un artículo de la National Public Radio (NPR). Ahí cuenta cómo lo intentó todo desde los 15 años, cuando por primera vez comenzó a sentir que su ánimo no remontaba. Pasó por todo tipo de antidepresivos, pero nada hacía efecto. En 2006, cansado, pensó en el suicidio, pero planificó una última acción: ofrecerse como conejillo de Indias. Si los científicos conseguían algo al estudiar su caso, valía la pena esperar.

Con esto en mente llegó a la Universidad de California, en San Francisco. En ese momento, el doctor Carlos Zarate investigaba un tópico escasamente explorado: la acción de la Ketamina sobre las depresiones más resistentes. Stephens recuerda ese día, cuando recibió la primera dosis de Ketamina. Era una mañana de lunes y, como siempre, estaba abatido. Zarate le inyectó la droga. “Esa misma tarde ya era una persona completamente diferente. Me desperté el martes y dije: ‘Tengo ganas de hacer cosas hoy’. Y me levanté la mañana del miércoles y la del jueves y seguía queriendo hacer cosas. Quería vivir la vida”, cuenta.


VIEJA DROGA, NUEVOS EFECTOS

La Ketamina es un producto sintético que fue introducido en la práctica clínica en la década de los 70. Desde entonces se utiliza como anestésico en pacientes pediátricos y en intervenciones veterinarias, ya que cuando es empleada en ausencia de otros sedantes, su acción es más leve.

Fue el doctor Zarate quien en 2006 validó por primera vez sus rápidos efectos sobre los síntomas depresivos. Sin embargo, en ese momento aún no estaban claras las posibles explicaciones para este acelerado efecto. Recién ahora, la investigación de Duman fue capaz de demostrar que la Ketamina inicia la regeneración de las conexiones neuronales dañadas por la depresión y el estrés. Y lo hace mucho más rápidamente que cualquier antidepresivo.

Se sabe que tanto el estrés como la depresión desencadenan una misma consecuencia: la disminución de conexiones neuronales en el hipocampo, lo que provoca un empobrecimiento en las funciones que esta área cerebral controla, como el ánimo, la emoción y la memoria. De hecho, las últimas investigaciones demuestran que un estrés prolongado encierra un alto riesgo de transformarse en una depresión severa.

Según el profesor titular de Siquiatría e investigador del Instituto de Neurociencia Biomédica de la Universidad de Chile, doctor Hernán Silva, hace no más de cinco años se comenzó a hablar de los efectos no solo sicológicos de la depresión. Un cambio en la estructura cerebral que, incluso, puede implicar una disminución del tamaño del cerebro en el hipocampo y algunas zonas de la corteza prefrontal.

La razón es la siguiente. Cuando se produce un estímulo cualquiera, en el cerebro se libera un neurotransmisor llamado serotonina, que participa en la comunicación entre una neurona y otra. Este proceso que hace funcionar el cerebro, también repercute en la producción de factores neurotróficos, encargados de producir nuevas redes neuronales. Es lo que se conoce como neurogénesis.

Los cerebros de las personas deprimidas, por tener una menor cantidad de serotonina circulante, producen una menor cantidad de factores neurotróficos, por lo que desarrollan un menor nivel de neurogénesis en zonas clave. “Por eso, el hipocampo se atrofia, deja de producir nuevas neuronas e incluso disminuye su tamaño”, dice Silva.

Los antidepresivos tradicionales, también conocidos como inhibidores de la recaptación de la serotonina (SSRI, por su sigla en inglés), evitan la reabsorción del neurotransmisor y con eso elevan la cantidad de serotonina circulante en el cerebro. A través de este mecanismo contrarrestan los efectos producidos por el estrés crónico y la depresión. Es decir, logran recomponer el área dañada, pero lo logran después de un tiempo no menor. La Ketamina, en cambio, comienza a restaurar esta zona en pocas horas.

A pesar de que aún no está del todo claro el mecanismo de acción de esta droga, sí hay algunas claridades. En una entrevista con NPR, el doctor Zarate ejemplifica la depresión como “una llave que gotea en el cerebro”. Hay diferentes formas de detener la gotera, dice: “Puedes ir directamente a la planta y hacer que corten el agua o puedes ir a la llave y repararla. El resultado será el mismo”. Solo que el segundo mecanismo es mucho más rápido que el primero.

El efecto de la Ketamina sería similar a reparar la llave. En vez de trabajar sobre la serotonina, como los antidepresivos tradicionales, actúa sobre el glutamato, un neurotransmisor completamente diferente que, explica Duman a La Tercera, “es el principal químico excitatorio en el cerebro” y tiene una influencia más directa sobre la depresión, lo que podría explicar por qué actúa tan rápido.

Más aún: sus efectos son de mucho más largo aliento que los de los antidepresivos tradicionales, que requieren de la ingesta diaria. Una sola inyección de Ketamina ha demostrado ser capaz de mantener su efecto antidepresivo por hasta 10 días.


LAS NUEVA DROGAS

Las investigaciones que se han adentrado en el uso de la Ketamina para tratar la depresión han generado gran interés, tanto desde el punto de vista de los centros académicos como de la industria farmacéutica.

Sin embargo, la Ketamina está lejos de ser un tratamiento viable todavía en la batalla de largo plazo contra la depresión. Sus efectos colaterales en dosis altas, como alucinaciones y pérdida temporal de la memoria, son muy peligrosos y hasta la fecha no se ha investigado qué ocurre con la administración de esta droga fuera de ambientes clínicos controlados, donde es inyectada en dosis muy pequeñas.

Según Duman, hasta ahora ha existido solo un ensayo clínico controlado y confiable que ha examinado el tema. En ese estudio, la Ketamina fue administrada seis veces a lo largo de dos semanas y probó ser efectiva. “Pero solo hay reportes anecdóticos de tratamientos de más largo plazo, donde la Ketamina fue administrada más de 30 veces sin efectos colaterales serios”. Tampoco se sabe nada sobre los efectos de largo plazo de esta droga.

Según la doctora Flora de la Barra, siquiatra de la U. de Chile y Clínica Las Condes, todo está por probarse. “A pesar de que los estudios clínicos de fase temprana han generado una evidencia muy fuerte de que estas drogas pueden tratar los trastornos del ánimo, se necesita contestar varias preguntas importantes sobre dosis, eficacia comparada y efectos de largo plazo”, dice.

Y a pesar de que Duman sostiene que hay una gran posibilidad de que la Ketamina llegue a ser aprobada para tratar la depresión severa, cuando la vida del paciente se encuentra en peligro, no es esta alternativa la más relevante. Mucho más crucial parece ser la comprensión del mecanismo de acción de este fármaco, que abre la posibilidad de crear los antidepresivos del futuro, capaces de actuar rápidamente contra la enfermedad y sin los riesgosos efectos colaterales de la Ketamina.


El estrés y la depresión

Los últimos estudios han comprobado que tanto el estrés como la depresión alteran la producción de nuevas neuronas en el hipocampo, encargado de funciones como el ánimo, la emoción y la memoria.

Una investigación de Ronald Duman demostró que lel estrés crónico activa el factor de transcripción GATA1 que, al encenderse, interrumpe los circuitos normalmente involucrados en la emoción y la cognición. El mismo factor, demostró esta investigación, se activa en las personas que padecen de depresión.


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