Producidos a partir de organismos vivos, son los remedios del futuro. Mientras para la mayoría todavía es difícil entender cómo se producen, se suma ahora otra cuestión: ¿cuál es la diferencia entre un original y una copia?
Son una esperanza en el horizonte de la industria farmacéutica. Proteínas humanas obtenidas por ingeniería genética, los biofármacos comienzan a revolucionar el tratamiento de enfermedades graves como el cáncer, la hepatitis, la esclerosis múltiple, la artritis reumatoidea y la diabetes, entre otras.
El primer biomedicamento, la insulina recombinante humana, apareció en 1982. Actualmente existe más de un centenar de esas sustancias, obtenidas a partir de seres vivos. A futuro, el panorama es alentador, si se considera que sólo en los Estados Unidos otras 350 están en fase avanzada de investigación.
Sin embargo, en los últimos tiempos una cuestión médico-legal desató la polémica. Las patentes de los primeros biofármacos caducaron o están próximas a caducar y en el mercado comenzaron a aparecer copias que prometen bajar el alto costo de estos medicamentos obtenidos por técnicas de ingeniería genética. En Europa, a estas copias se las llama biosimilares y en los Estados Unidos, follow-on. Salvadas las distancias, los biosimilares son a los biofármacos lo que los genéricos a las drogas de síntesis química.
Para el usuario común, para el paciente, entender cómo funcionan los nuevos medicamentos no es tarea fácil. Mucho menos, saber cuál es la diferencia entre un "original" y una copia. Más aún, quitarse de encima un fantasma: si ahora llegan las copias de los medicamentos más modernos, ¿habrá que volver a someter a los pacientes a pruebas exhaustivas con estas sustancias?
Jacques Mascaro, farmacéutico, biólogo y doctor en bioquímica de
1) ¿Existe la posibilidad fáctica de producir medicamentos biosimilares?
Sí, y a medida que los productos innovadores pierdan la protección de las patentes los biosimilares entrarán en el mercado. Ante esa situación,
2) ¿Es necesario volver a probar en un determinado número de seres humanos un biosimilar antes de sacarlo a la venta, aunque haya sido elaborado con la misma línea celular que el producto original? Porque hay sectores de la industria farmacéutica que dicen que no es necesario
Para empezar, hay que preguntarse si el producto biosimilar puede ser fabricado todo el tiempo del mismo modo y conforme a procedimientos bien definidos. Es decir, si hay una continuidad en la calidad del producto a largo plazo.
3) ¿Por qué esa salvedad?
Porque sabemos que en este tipo de medicamentos todo pequeño cambio en el proceso de elaboración puede causar serios problemas a quien lo consume. Sobre todo, porque estos productos biológicos pueden ser muy inmunogénicos y crear en el paciente la producción de anticuerpos contra la molécula. Es necesario que la calidad de los biosimilares sea perfecta. Hay que conocer el perfil clínico, el perfil de seguridad y el de eficacia para poder compararlo con el medicamento de referencia y asegurarse de que no habrá problemas de seguridad en los pacientes.
4) ¿Y por qué en el caso de las drogas de síntesis química no hace falta volver a hacer ensayos clínicos?
Ante todo, no hay que olvidar que los productos de la biotecnología son fabricados a partir de células vivas. Aquí no estamos en el contexto de pequeñas moléculas, sino de moléculas que son mil, diez mil o cien mil veces más grandes que las pequeñas moléculas químicas, y que actúan moviéndose en el organismo. En el caso de los genéricos, lo único que se necesita para ponerlos en el mercado es demostrar, a través de ciertos estudios, que el producto de referencia y el genérico son bioequivalentes. Como los biosimilares son más complejos, en Europa la ley exige ensayos clínicos antes de aprobarlos.
5) ¿Cómo se decide la cantidad de pacientes en los que debe probarse un biosimilar antes de ser aprobado?
No hay reglas fijas; los especialistas lo discuten caso por caso.
6) ¿Podría dar ejemplos?
En
7) ¿Cuánto pesan en el debate sobre la aprobación de los biosimilares los intereses económicos de las compañías que poseen las patentes de los biomedicamentos?
Los intereses principales en ese debate son los del paciente y los de la salud pública. Los intereses económicos responden a las investigaciones que son necesarias para desarrollar estos productos. Todos los productos, incluidos los biosimilares, al entrar en el mercado deben cumplir con criterios de calidad, seguridad y eficacia. Esa es la única garantía de progreso y la única posibilidad de tratar a los pacientes en condiciones normales.
8) ¿Se encamina la ciencia hacia una farmacología para cada paciente?
Seguro. Hay avances importantes en ese sentido. Por ejemplo, hay tratamientos contra el cáncer de mama para pacientes con un cierto tipo de proteínas a nivel de los receptores. El futuro se encamina en esa dirección: una farmacología para cada paciente. Y si bien las moléculas químicas pueden estar ligadas a una medicina más personalizada, hoy día sabemos que en ese terreno, los biofármacos nos ofrecen más opciones.
9) ¿Los beneficios de la biotecnología médica son sólo para los ricos?
Es una pregunta importante. Hay una realidad innegable: si el objetivo es tratar enfermedades severas, hay que seguir invirtiendo en financiar la investigación. Esto es responsabilidad de la industria, de las autoridades y de todos los que tienen capacidad de decisión en cuanto a la promoción de la investigación y a la puesta en el mercado de productos innovadores.
10) ¿Es ético invertir enormes cantidades de dinero para buscar la cura de enfermedades que hasta ahora son incurables mientras millones de pobres mueren de males que pueden curarse, porque no cuentan con asistencia médica y farmacológica?
Para poder curar las enfermedades graves es indispensable que haya medios para investigar. Al mismo tiempo, hay que desarrollar programas que faciliten el acceso a los medicamentos a aquellos pacientes que son menos afortunados en el aspecto económico. Lo ideal es encontrar un equilibrio que permita atender ambas necesidades al mismo tiempo.
Por Adriana Schettini
Enviado por Graciela E. Prepelitchi
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